Los dos grandes «evadidos» de la transición fueron «El Lute» y «El Dioni». El primero se hizo abogado, y el segundo ha trabajado de tertuliano en la tele. Curiosamente, como nuestro presidente y su ministro de Educación.
En ella, un grupo de presos de un campo de concentración organizan un partido de fútbol contra los alemanes, como medio para fugarse del campo. Y al final han de decidir entre fugarse, o quedarse y ganar el partido.
Algo así me parece estar viendo estos días, donde el futuro que nos ofrecen es la evasión: evasión en forma de fútbol televisado y victoria deportiva, o evasión en forma de emigración y derrota hacia otros lugares donde encontrar aquello que aquí no tenemos: trabajo.
Sé que está mal mezclar fútbol y política, o fútbol y economía, o fútbol y educación. Hay quien me dice que es deporte y que son independientes. Yo no lo creo, porque no soy yo quien los ha mezclado, pues aquí hace años que la política fiscal, económica y hasta educativa de los clubs de fútbol y de los futbolistas sigue rumbos diferentes a las del resto de trabajadores y empresas, entre la tolerancia y evasión general.
Unos datos: Alemania ganó su último mundial de fútbol en 1990, en plena unificación, y su última Eurocopa en 1996. Nosotros las hemos ganado en plena crisis económica y de empleo. Aquí los clubs deben 752 millones de euros, en Alemania… no.
Y puede que ganemos esta. Pues qué bien. La celebraré con mi familia como un triunfo deportivo y de superación.
En todos estos meses de hablar de millones de euros, de porcentajes, de índices, de créditos, no he oído nada de políticas de empleo, de iniciativas que lo generen, de futuro industrial o laboral. Nuestra ministra de trabajo, que dicen que nunca ha trabajado en una empresa, me dicen que se ha ido al Rocío, y el Papa, que el año pasado estuvo por aquí nos dice que la solución es… rezar.
También nos dicen que el crédito generará crédito y eso trabajo. Pero por lo que yo sé, el crédito generará intereses que habrá que pagar… con otro crédito, y así… Hace 20 años Alemania absorbió a otra Alemania pobre. Decidió que podría ser buen negocio pagar a otros países para que cerrasen sus minas y fábricas, eliminasen las aduanas y se hiciesen clientes suyos, y comprasen coches, trenes y electrodomésticos alemanes. Aquí recibimos su dinero por prejubilar, cerrar y hacer vías de tren y autovías. Además les vendimos nuestras empresas eléctricas, de aguas, de transportes y de comunicaciones, que generaban ingresos al Estado. Era «Europa» e iba a haber «competencia», bajada de precios y hasta subida de sueldos… para unos pocos. Quienes eso hicieron pensaron en su presente, no en el futuro de sus hijos. ¿De qué vivirían una vez se acabasen esas obras, con esas fábricas cerradas? ¿del Turismo? ¿todos viviríamos del turismo «todo incluido»?
Esta no es Europa. Es una falsa Europa desunida que lleva 20 años de desgobierno, de desparlamentos, de burócratas sordos, de políticas nacionales, de rivalidades provincianas, de subsidios, de políticos prejubilados de lujo y de burocracias infinitas. ¿Y quieren de verdad que generemos confianza así?
Evasión.
Esa es la palabra: evasión mental, política, fiscal, laboral, económica.
Fuga de ideas, de dinero, de trabajo, de educación…
Y crédito. Un país que vive a crédito. De puro descrédito.