Fue un 5 de octubre, volvía con mi hija, que se había hecho ese día su primer análisis de sangre, se había mareado y tras desayunar en casa, volvíamos al coche para llevarla a su colegio.
Vivo cerca del parque de Buenavista. Bueno, debo decir que «parque» en las Palmas de Gran Canaria no es exactamente lo mismo que en otras ciudades. Sería mejor llamarlo «Jardines de Buenavista», un espacio alargado de barranco que baja en cuesta con apenas unos 100 metros en su parte más ancha, entre los altos edificios de Escaleritas, rodeado de una estrecha calle con coches aparcados a ambos lados e interrumpido con un campo de fútbol, canchas deportivas públicas y privadas, un parques infantil, hasta una fuente en forma de estrellla, un transformador eléctrico y una explanada de cemento bastante ondulada donde los niños, patinan, montan en bici o juegan al fútbol y los padres, madres y abuelos y abuelas los observan sentados, espantando las moscas que atraen los numerosos restos orgánicos, esos perros y sus dueños, esa basura tirada, que se ven en los parterres. Aún así, en los espacios libres, crecen palmeras, mimosas, ficus y algún arbusto o hibisco florecido.
Como ven, el «parque» de Buenavista, en la zona de Escaleritas, no es gran cosa, es difícil allí dejar de oir el tráfico u olvidarse del tiempo, ha tenido tiempos mejores y peores, pero es «nuestro» parque. Allí jugaron mis niños desde pequeños, allí han estado con sus amigos y allí algunas veces lo dibujé yo mientras les observaba.
Pues bien, en la parte más baja del parque situaron un transformador eléctrico y a su alrededor suelen congregarse algunos indigentes a compartir bebidas, comidas y conversación, y alguno he visto alguna vez apilar allí cartones y colchones para dormir. Esa zona, apenas transitada, mantiene un bosquecillo de altas palmeras y sus parterres apenas tenían tierra abandonada donde los perros hacían sus necesidades. Aquel lugar era oscuro, sucio y de mal olor.
Por allí caminaba yo con mi hija cuando descubrí un hombre agachado en aquel rincón plantando. A su lado unas garrafas de agua, alguna herramienta y más plantas. Me extrañé. No parecía del ayuntamiento e iba vestido normal. Iba a subirme al coche pero tuve que retroceder y acercarme. No me lo podía creer. Mi hija iba a mi lado y pregunté a aquel señor. Creo recordar que nuestra conversación fue algo así:
– Buenos días, perdone, ¿le podría preguntar? ¿es usted del ayuntamiento? ¿por qué está plantando aquí?
– Mire, yo soy jubilado, vivo aquí cerca, y esta tierra estaba abandonada. Un día se me ocurrió que podría mejorarla plantando algo aquí, plantas que no necesiten mucha agua, cactus, alóe, empecé poco a poco, y ya me ve. El ayuntamiento no riega esta tierra y yo traigo mis garrafas de agua y les voy echando agua de vez en cuando, y reponiendo cuando se mueren.
-¿Y lo hace usted solo? ¿nadie le ayuda?
– Yo sólo, yo voy comprando las plantas con mi jubilación y procuro cuidarlas y avisar que no las maltraten… pero no he conseguido ni siquiera que el ayuntamiento las riegue…
Me quedé en silencio, creo recordar.
Antes de marcharme le dije:
– ¿Me permite que le de las gracias? ¿y podría sacarle una foto?
Creo que sonrió y me dijo que sí.
Salí de allí pensando en escribir algo. Era octubre. Muchos temas se interpusieron. Quedó la foto y la memoria. Cuando en abril le pidieron a mi hija que escribiera alguna noticia sobre su barrio, alguna denuncia sobre algo que estuviera mal, yo le dije, ¿y por qué no escribes sobre ese señor que plantaba jardines? no todo es malo en el barrio.
Y esto es lo que mi hija escribió y mostró en aquel trabajo escolar::
Un parque olvidado.
La mayoría de los parques están estropeados, casi “abandonados” o llenos de basura, como el parque de Buenavista.
El parque de Buenavista está llenos de grietas donde puedes tropezar, las tuberías no están tapadas, el parque está lleno de basura porque no hay nadie encargado de recogerla,las redes de las porterías de fútbol están rotas y tambien están rotas las de las canastas de baloncesto.
¿Como puedes divertirte en un parque que está así de mal?
Encima algunos niños se dedican a romper las vallas que separan el parque de la cancha y nadie las arregla.En estas condiciones no puedes estar en el parque y encima el ayuntamiento no hace nada al respecto.
Hay personas que lo hacen por todos.
A pesar de todo un señor ya jubilado se dedica a plantar en una zona casi ”abandonada” cactus, pequeños arbustos y demás plantas.Hoy hemos hablamos con él :
Yo: Perdone podria preguntarle un par de cosas.
El señor: si claro
Yo: ¿Te ha mandado a plantar el ayuntamiento?
El señor: No.
Yo: ¿Entonces porque plantas en el parque?
El señor: Como tengo tiempo libre y estoy jubilado, dedico mi tiempo a plantar.
Yo: ¿Entonces las plantas, el agua, y más cosas necesarias para plantar las compras tú?
El Señor: si, de vez en cuando voy a un invernadero y compro varias cosas necesarias.
ESTA ES LA ZONA DONDE HA PLANTADO
Hace unos díaspasé por ese lugar. El jardín aún sigue plantado. Con el mismo letrero que dice «DUEÑOS DE PERROS ¡POR FAVOR! RESPETEN PLANTAS»
Y aún se nota la diferencia entre el terreno plantado por ese señor y el espacio de tierra abandonada:
Aún queda gente así. Como escribe mi hija, una persona que «lo hace por todos».
Le debía este post a ese desconocido «hombre que planta jardines».
GRACIAS.