Quizás estas palabras debieron preceder al post «Innova, EBE y mareaverde – o de MísTICos, TÍCaros y TICjotes (1)».
Pero aquel era un post que necesitaba escribir y que ya resultaba muy largo.
Elegir la Mística como figura educativa me resultó fácil. La ciudad, Ávila, el lugar, la Universidad Católica, los asistentes a Innova, procedentes de diversos lugares y grupos, hasta la santa de Ávila y sus esfuerzos reformadores me lo pusieron fácil.
Pasar de la Mística educativa a la Picaresca también fue una asociación en tiempo y lugar, contemporánea a aquella, y aún vigente. Y finalmente, la figura del Quijote llegó también, encajando en mi discurso.
En aquel mismo fin de semana de Innova se celebraban otros eventos como el EBE, el encuentro de blogueros donde se habló de educación, o movilizaciones de la «marea verde» en Madrid contra los recortes educativos. Asociarlos a la picaresca o al quijotismo me pareció un buen titular. A veces hacen falta buenos titulares.
Es evidente, como ya dije en mi post, que místicos, pícaros y quijotes no son tipos puros y definidos, para mí son tendencias o actitudes educativas. Todos y todas los docentes, en distintos grados, y en cada uno de esos y otros eventos, compartimos esos tres perfiles, y, por suerte, bastantes más.
Pero el motivo de mi post no era etiquetar, no era dividir, era aclarar que estas actitudes pueden crear bonitas palabras, bonita literatura educativa, pero no hacen avanzar la educación.
Hablar de «creer en la educación», de «buscarse la vida educativa», de «luchar contra gigantes» podrá servirnos para malvivir en una crisis, para llegar a fin de mes, para sentirnos útiles y hasta válidos/as, para cambiar pequeñas parcelas de un desierto, pero no basta, en mi opinión.
Nos falta un mapa de ruta, un proyecto. O varios. Para innovar son necesarios, lo dije en el Congreso. No basta caminar por el desierto, esperar el maná, robar un trozo de queso, batallar contra molinos.
Y hace falta navegar unidos/as. Hace 519 años un grupo de místicos, pícaros y quijotes se subieron a un barco con una idea común. Basándose en la ciencia de entonces y con un mapa equivocado, navegaron hacia el oeste, hacia el abismo. Tuvieron hambre, miedo, fe y constancia. Lo hicieron juntos. Y llegaron a un mundo nuevo para ellos.
Ninguna de aquellas buenas literaturas cambiaron el mundo. Aquel viaje sí.
Eso quisiera yo para la Educación.